jueves, noviembre 19, 2009

El camino de la muerte


Pero vosotros, mortales, buscais saber la hora incierta de vuestro
funeral, y por dónde vendrá la muerte;
también buscais saber en el claro cielo (descubrimiento de los
fenicios) qué estrella es favorable y funesta para el hombre.
Si perseguimos a los partos a pie o a los britanos con barcos,
ciegos son los caminos de la tierra y el mar;
y de nuevo se llora que las vidas estén expuestas al esttruendo de
la guerra, cuando Marte mezcla sus manos inseguras en uno y otro lado;
además has de temer casas en llamas, casas en ruinas,
y que negras pócimas se acerquen a tus labios.

Solo el amante sabe cuando morirá y de qué muerte,
y este no teme los soplos de Bóreas ni las armas.
Aunque esté sentado sobre los remos en el cañaveral estigio
y distinga las lúgubres velas de la barca infernal,
sólo con que lo llame el aliento de su amada reclamándolo,
él recorrerá el camino que ninguna ley permite. (Propercio, Elegías II, 27)

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