jueves, diciembre 20, 2007

John Jairo Junieles, premio Nicolás Guillén 2007














Durante el último coloquio de literatura de la PUCP participé de un encuentro con dos escritores colombianos. Cuando los conocí personalmente, me confundí un poco: uno hablaba como venezolano y otro como cubano. Hace una semana exactamente, John Jairo Junieles, el que hablaba como cubano, me sorprendió con una noticia: había recibido el último premio Nicolás Guillén de poesía. Este premio se otorga a autores nacidos en países caribeños en general, sin importar si fueran residentes o no. Junieles ha publicado ya varios libros de narrativa y poesía. En 1993 publicó el poemario Papeles para iniciar el fuego; luego, en 1996, Temeré por mí al final de estas líneas; Canciones de un barrio en la frontera (2002) y Viajero con pasaje a tierra extraña (2007). Junieles también 'le entra' a la narrativa, y ha publicado el libro de cuentos Con la luz que me queda basta (Panamericana 2007, se consigue en Lima), y la novela Hombres solos en la fila del cine, que es de 2004. No se trata del primer premio que recibe, pues ya se le adjudicó el premio Nacional de Literatura Ciudad de Bogotá en 2001.
Ya que es difícil conseguir sus libros de poemas, vuelvo a linkear su blog desde aquí. Allí se puede leer una buena muestra de textos. Renuevo mis felicitaciones, y espero leer pronto Metafísica de los patios. Si en Lima se consigue tanta poesía joven chilena y argentina en librerías, un poquito de Junieles no vendría nada mal.

jueves, octubre 18, 2007

martes, setiembre 11, 2007

11-09-2001




El atentado terrorista del 11 de setiembre de 2001 en Manhattan me tomó desayunando en casa. No suelo ver televisión ni desayunar en casa por las mañanas, pero ese día no tenía clases sino hasta la tarde, y como nunca, prendí la televisión en CNN. 7:45 más o menos. En eso se interrumpió la programación y pude ver un avión estrellándose contra una de las torres gemelas. No lo pude creer.
Entonces llevaba mi segundo ciclo de universidad. Al llegar para una clase de las cinco de la tarde, las preguntas sobre el tema eran generalizadas. Incluso no hubo clase ese día, era mi odiada y querida clase de Lógica: me aburría, pero allí conocí a mi enamorada.
De entonces recuerdo una canción que se me venía a la mente cada vez que aparecía en algún lugar una imagen de avión estrellándose contra uno de esos edificios. Se trata de una canción de System of a Down que salió semanas después del atentado del 11 de setiembre de 2001 al WTC. Creo que la letra tiene momentos en los que no se puede desligar de las decisiones políticas del gobierno de Estados Unidos respecto a Medio Oriente, y de una forma de vida, la norteamericana, que se victimiza y entroniza constantemente en su relación con el mundo. Bueno, igual se trata de un disco notable, de una canción notable, y de momentos de miedo y confusión.

viernes, setiembre 07, 2007

7.9


Más que los periodistas preguntando ¿estás embarazada? a las mujeres embarazadas o ¿estás herido? a los sobrevivientes que salían de los escombros, el pisco 7.9 es la mejor expresión de que no existe ningún compromiso con los hechos cuando el dolor es de otros. Como los corresponsales de televisión tienen que recibir su dinero, viajan gratis y no les afecta, preguntan tonterías. Pareciera como si el inconsciente de nuestro ministro de la producción (¿?) hubiera dicho por él: no me ha pasado nada, saquemos un pisco para celebrar...

martes, setiembre 04, 2007

Stop the clocks: ¿Cuál es la mejor canción de Oasis?


Como muchos de mis amigos saben, una de mis bandas favoritas es Oasis. Hace unas semanas ha salido Stop the clocks, un disco que recoge, a juicio de Noel Gallagher, lo mejor trayectoria de la banda de Manchester, y -como se sabe- cuando una banda publica sus greatest hits es porque admite el retiro, o porque ha sido pirateada en El Hueco. En este caso se trata de un cierre que coincide con el final de su contrato con Sony, final que los deja sin disquera cuando las preferencias musicales han cambiado y cuando la banda ha exprimentado tantas transformaciones que ya no sabemos cuál es su verdadero rostro.

La lista de Noel incluye las siguientes canciones, repartidas -innecesariamente, creo- en dos cd's:
  1. Rock 'n' Roll Star
  2. Some Might Say
  3. Talk Tonight
  4. Lyla
  5. The Importance Of Being Idle
  6. Wonderwall
  7. Slide Away
  8. Cigarettes & Alcohol
  9. The Masterplan
  1. Live Forever
  2. Acquiesce
  3. Supersonic
  4. Half The World Away
  5. Go Let It Out
  6. Songbird
  7. Morning Glory
  8. Champagne Supernova
  9. Don’t Look Back In Anger

Después de enterarme de la salida de este disco estuve escuchando todo lo que tengo de Oasis -todo menos Stop the clocks-, en parte intentando ver si estas son mis favoritas, y en parte buscando el momento en qué perdieron la magia. Para muchos eso sucedió en el 98 con el Be Here Now..., pero creo que su disco del 2000, Standing on the shoulder of giants, es un disco notable y en alguna medida conceptual, así que no puede ser, y es incluso superior a los dos últimos, que considero apenas aceptables, aunque con muy buenas canciones.

Aunque no me crean, conocí a Oasis por Don´t look back in anger en 1995, pero después preferí canciones como Some Might say, Champagne Supernova, Hey Now, y Morning Glory. Ese mismo año escuché sin mucha atención el primer disco. Grave error. Ahora es el disco que más escucho de ellos. De ahí me gustan, en este orden, Live forever, Slide away, Supersonic, Cigarretes and alcohol y Rock and roll star.

The Masterplan, disco de b-sides a menudo menos preciado por desconocido, también trae muy buenas canciones que acompañaron los singles y no entraron en los discos, pero no dejan de ser notables, como Rockin' chair, Fade away, Masterplan, The Swampsong -completa-, I´m the walrus, (It´s good) to be free... Y a eso que muchos consideran un fracaso llamado Be here now hay que reconocerle el hecho de haber dado singles notables, canciones que sonaron mucho en radios a fines de los noventa, como Stand by me, Don´t go away, y Do you know what I mean?, además de canciones que muchos fanáticos consideran buenas como Magic pie o My big mouth.








Del disco del 2000 eligiría menos, pero elegiría varias. Si bien me pareceun poco menos digerible que lo anterior, hay que rescatar de este disco el hecho de que las canciones encajen tan bien juntas, y la presencia de temas raros pero potentes: Go let it out, who feels love?, Put yer money where yer mouth is, Sunday morning call, y Roll it over. También se puede destacar Little James, la primera canción de Liam, y el bonus de la versión japonesa----} Let´s all make believe, que es notable realmente.

De los dos discos siguienes la lista es menor. Del disco Heathen Chemestry hay poco que decir, aunque tiene sus canciones: Stop crying your heart out, the hindu times, born on a different cloud, songbird, y ahi se termina... para mí. El último disco no me pareció tan bueno, aunque tiene sus canciones, como Turn up the sun, The importance of being idle y Keep the dream alive.

Recientemente se ha visto a Noel en televisión anunciando que el nuevo disco de Oasis sale para el verano de 2008. ¿Qué saldrá? Como se sabe, en la última formación todos componían y no había baterista, pero el sitio del buen Alan White fue tomado por Zak Starkey, el hijo de Ringo Starr. La situación de los noventa, en que Noel hacía todo lo difícil, ha cambiado. Las canciones de Liam son buenas (Songbird), las que puso Gem Archer en el disco del 2005 son interesantes, y las que más se parecen al primer Oasis (Turn up the sun y Keep the dream alive), son de Andy Bell.

Esta es mi lista. ¿El mejor disco? Creo que el primero. ¿La mejor canción? Tengo varias... Si prefieren una especialmente, o si creen que falta alguna, o si quitan alguna, los comentarios están disponibles.

jueves, mayo 17, 2007

También los cinerastas empezaron pequeños

Con un nombre que es a la vez un manifiesto, un grupo de amigos coordinado por César Guerra sostiene un interesante blog -llamado como el título de este post- que comenta minuciosamente películas recientes y recomienda para el cinéfilo poco entendido algunas películas notables. Me llamó especialmente la atención la definición del término cinerasta, que los ha llevado a nombrar así el blog. "Cinerasta: es la persona que, a diferencia del cinéfilo, ha sido llevado por el cine a caminos poco afortunados". Hay interesantes comentarios de los últimos estrenos en cartelera. Un blog singular.

miércoles, mayo 16, 2007

Dos novelas de Juan José Saer













Tuve oportunidad de leer dos novelas de Juan José Saer hace poco. La primera fue La Ocasión (1986, premio Nadal), un texto que cuenta -de una manera aparentemente episódica, pero con extrañas y singulares digresiones- la aventura de Bianco, un filosofo positivista argentino, quien, vuelto en un escándalo por culpa de un colaborador, pierde su buena reputación en Europa. Abrumado, regresa a Argentina para emprender un proyecto personal distinto: se dedica a la agricultura. Allí contraerá matrimonio con una joven mujer, y en ese momento coemnzarán sus problemas. Mermado por el alcoholismo, una percepción caótica de la que hace eco la narración se combina con una amistad que interfiere en su vida, haciendo un triángulo de su romance, y coronando el cuadro con una peste que obliga a todo el pueblo a abandonar la zona. La monotonía de la vida rural es rota por la historia de Waldo, el infalible vidente que anticipa una peste de desenlace inevitable.
La segunda que le leí es un tipo narrativo completamente distinto. La pesquisa (1994) cuenta la historia de un detective que persigue a un misterioso asesino de ancianas. Una persecusión implacable, mucho análisis y personajes que se complementan (dos detectives, uno asistente del otro) contribuyen a construir una tensión y una intriga que parecen nunca resolverse. Pero, mientras las investigaciones se hacen intensas, una calma inquietante parece sugerir el repliegue del asesino, pues la ola de muertes se ha reducido. Han pasado semanas desde el último crimen, hasta que, con motivo de un descanso, nuestros detectives se separan y el miesterioso asesino reaparece, dando muerte a una señora que horas antes había visto al detective principal de la historia. Pero mejor me detengo ahi para que la sigan. En la novela policial decir el final es decir todo. Solo diré por ahora que Saer es muy recomendable y que, ahora que se viene la feria, sería bueno conseguir sus libros.

sábado, abril 28, 2007

Adios José Watanabe

De manera sorpresiva e inesperada ha desaparecido José Watanabe, a los 61 años. Autor de siete libros de poesía que contaban ya con el reconocimiento general que toda buena obra merece, Watanabe representó para la poesía peruana la posibilidad de otros mecanismos de escritura y la llegada de un estilo particular de crear poesía en un periodo en que las posibilidades estaban sobre todo en importar modelos. Tendiente al libro acumulativo, donde se registran poemas que pertenecen siempre a un ciclo de escritura, la mirada de Watanabe se fue constituyendo como un lugar obligado y revelador para sus contemporáneos: allí se produjo una sensibilidad atenta al espacio natural, una estética pictórica y una tendencia a abundar y desentrañar los espacios mínimos, los temas agotados, las experiencias adversas.
Nacido en una generación donde todos los autores han derivado siempre en ejercicio de autobombo, Watanabe fue una presencia silenciosa y constante, tanto si pensamos en su personalidad característica, como si hablamos de su poesía. Es lamentable la partida de un autor que siempre buscó estar detrás de sus libros y no sobre ellos; de un autor que, además, recién empezaba a gozar de un merecido reconocimiento más allá de nuestras fronteras. Como se sabe, Watanabe estuvo dedicado a muchas actividades extra literarias. Interesado siempre en muchos problemas de la cultura peruana, su interés en decir sobre lo peruano está plasmado en su trabajo como guionista y en las respuestas que brindó en entrevistas. Su poesía no estuvo ajena a ese esfuerzo. Siempre buscando un punto común con el lector, Watanabe hizo una poesía que volvía visible el deslumbramiento personal ante los misterios esenciales de la vida común, un lenguaje que marca e impacta por su capacidad de decir en un lenguaje que también se interpela y se capta con las emociones. Una pena. Mejor leerlo. Siempre.

martes, enero 02, 2007

Varamo de Cesar Aira

Leí hace poco una novela breve de César Aira (1949): Varamo. Publicada en 2002 y pese a las diferencias, Varamo se parece a las demás novelas de Aira en su peculiar condición, que nos lleva a un estado final donde la ficción narrativa nos muestra sus venas y mecanismos sin desgastar el efecto de la ficción.
Varamo tiene un punto de partida nada peculiar. En Colón, Panamá, en el año 1929, un panameño se dirige al banco a cobrar la mensualidad del trabajo y recibe todo su pago en billetes falsos. Pese a que lo advierte inmediatamente, lo recibe y se retira con los billetes en el bolsillo, sin protestar. El narrador intenta introducirnos en el espacio habitual de Varamo: su madre, su casa, sus aficiones, todo mientras Varamo intenta despejar su preocupación por el dinero: cómo pasar el mes y cómo deshacerse del dinero falso son preocupaciones que lo habitan mientras se dedica a embalsamar animales. Curiosamente, no conoce el oficio, solo le agrada a priori y ello lo empuja a intentar embalsamar un pez, pensando en venderlo. En medio del fracaso, el narrador aparece y deja su materia para hablarnos de lo que hace: nos cuenta las circunstancias en que Varamo escribe un célebre poema vanguardista: El Canto del Niño Virgen. Pero hasta ese momento resulta sorprendente que se adelante tanta información: el relato nos dejaba ante un oficinista sometido a la incertidumbre del futuro inmediato. Ahí es donde comienzan a sorprender además del estupendo relato de las primeras páginas, este fragmento reflexivo que, escrito en el tono de reseña literaria, adelanta una serie de certidumbres importantes para leer el texto: "el logro último de la literatura es hacer resonar de algún modo el contenido en la forma" (66). La frase se refiere al texto que el lector tiene entre manos, y anticipa los contrastes y las exposiciones que el relato busca: el estilo indirecto libre -establece el narrador- refleja el ánimo del personaje, su incomodidad ante el problema de los billetes.
Una extraña circunstancia lo pone frente al accidente de tránsito del ministro del interior, quien debe controlar una carrera de regularidad. Para atenderlo, el ministro es llevado a la casa de las Góngoras, y una vez allí -nuevamente por efecto de la casualidad- recibe de manos de la Caricias, el manual de instrucciones de un radiotransmisor, ese mismo que producía los ruidos que no lo dejaban dormir. Pero, como si no fuera suficiente, la extraña travesía de Varamo no acabará en el camino a su casa. Decidido a desviar el rumbo para distraerse con una caminata termina en el café que suele visitar. Allí, dos conocidos le ofrecen una ocupación no imaginada: ser escritor. Entre promesas editoriales y una charla amena, dos editores proponen a Varamo la tarea de escribir un libro. La recompensa: doscientos pesos. Dispuesto a aliviar su problema, Varamo se decide a escribir. Después de la conversación, pensando en las notas que había prometido trabajar para convertirlas en libro, Varamo asume de inmediato la actitud del escritor y adopta una mirada sobre el entorno que podría calificarse tópicamente de 'literaria'.
El resto, nos dirá el narrador, es historia conocida. Desde 'El canto del niño Virgen' hasta su génesis y escritura, el recorrido que propone la novela se concentra en presentar las coincidencias caprichosas entre el azar y la necesidad material, que cobran sentido en el dinamismo de la subjetividad. Si la forma de la vanguardia encarna más bien una actitud en la que habita lo espontáneo, eso espontáneo es determinado por el paso del tiempo y sobre todo por lo performativo de la identidad. Varamo, personaje acostumbrado a su posición de oficinista, dejará el ritual monótono que lo mecía entre la casa, la madre y la papelería. Desenmascarando las relaciones del lenguaje, los gestos y las actitudes que comúnmente señalan y designan el mundo literario, y entremezclando sus usos y efectos, Aira construye una peculiar novela. Después de todo, tanto cambio repentino refleja el efecto del azar no solo en el porvenir, sino también en un pasado que -en la voluntad del narrador o en la realidad- se convierte siempre en otra cosa.